Cuando un hombre es hallado muerto en el interior de un carruaje de alquiler, uno de los más distinguidos ciudadanos de Melbourne es acusado de asesinato. El ilustre joven proclama su inocencia, pero se niega a dar una coartada. Pronto se descubre la identidad de la víctima: un caballero recién llegado a la ciudad, muy bien relacionado con las altas esferas de la sociedad, y que pretendía en matrimonio a la hija de un rico hacendado, Madge Frettlby, que a su vez está enamorada de Brian Fitzgerald, un apuesto irlandés instalado en Melbourne para hacer fortuna. Desentrañar el misterio será tarea de un eminente abogado y dos intrépidos detectives que llevarán al lector desde los más distinguidos salones de la alta sociedad, al submundo más miserable de los bajos fondos.
Reseña
Novela victoriana, a caballo entre el teatro y la novela policiaca; abarca en su desarrollo, un compendio de estilos literarios muy amplio. Nos encontraremos poemas, canciones, artículos periodísticos e incluso textos oficiales (policiales), en un lenguaje muy acorde a la época, y perfectamente encajados entre ellos.
Y no es lo único que encontraremos, los personajes son únicos, algo que llama muchísimo la atención y es que, cada uno de ellos representa un elemento, digamos un estereotipo de esa sociedad victoriana, tan conocida en nuestros días gracias a todas las obras de Conan Doyle y Dickens.
Criados incultos que quieren que los relatos de sus vivencias sirvan de ejemplo moral y educativo de sus señores, en tanto que estos señores, consideran dichas charlas (e incluso a esas personas) objetivo de sus mofas y burlas.
Amas de casa gruñonas o amargadas, policías engreídos, detectives envidiosos, dandy’s pretenciosos y un sinfín de diversos actores que se entremezclan, en una trama que si en un principio puede hacemos pensar en un misterio policiaco difícil de resolver, se convierte poco a poco en una narración que critica duramente las grandes diferencias entre las distintas clases y no solo las diferencias sociales, sino también culturales e incluso sexistas de la época.
Señoritas mimadas que sucumben enamoradas, que idolatran a caballeros. Timadores y estafadores que intentan escalar en una sociedad australiana a base de mentiras, chantajes y engaños. Caballeros de actitud despectiva, engreídos, que son como veletas, ante sus congéneres, que presumen de ser perfectos compañeros de fiesta, pero que son como ese dicho de ‘mucho ruido y pocas nueces’, dicen mucho, y no saben nada.
Se describe con precisión la burda imitación de la sociedad londinense, que se vivía en la época de la novela, y que vivió el propio autor en las colonias australianas, eso sí, sin un despliegue descriptivo de los escenarios, pero con unos diálogos entretenidos.
Una obra que recomiendo leer, es muy entretenida, divertida y aunque se puede llegar a entrever cual es el final, se disfruta, por su estilo literario y la agudeza argumental del autor.
Y no es lo único que encontraremos, los personajes son únicos, algo que llama muchísimo la atención y es que, cada uno de ellos representa un elemento, digamos un estereotipo de esa sociedad victoriana, tan conocida en nuestros días gracias a todas las obras de Conan Doyle y Dickens.
Criados incultos que quieren que los relatos de sus vivencias sirvan de ejemplo moral y educativo de sus señores, en tanto que estos señores, consideran dichas charlas (e incluso a esas personas) objetivo de sus mofas y burlas.
Amas de casa gruñonas o amargadas, policías engreídos, detectives envidiosos, dandy’s pretenciosos y un sinfín de diversos actores que se entremezclan, en una trama que si en un principio puede hacemos pensar en un misterio policiaco difícil de resolver, se convierte poco a poco en una narración que critica duramente las grandes diferencias entre las distintas clases y no solo las diferencias sociales, sino también culturales e incluso sexistas de la época.
Señoritas mimadas que sucumben enamoradas, que idolatran a caballeros. Timadores y estafadores que intentan escalar en una sociedad australiana a base de mentiras, chantajes y engaños. Caballeros de actitud despectiva, engreídos, que son como veletas, ante sus congéneres, que presumen de ser perfectos compañeros de fiesta, pero que son como ese dicho de ‘mucho ruido y pocas nueces’, dicen mucho, y no saben nada.
Se describe con precisión la burda imitación de la sociedad londinense, que se vivía en la época de la novela, y que vivió el propio autor en las colonias australianas, eso sí, sin un despliegue descriptivo de los escenarios, pero con unos diálogos entretenidos.
Una obra que recomiendo leer, es muy entretenida, divertida y aunque se puede llegar a entrever cual es el final, se disfruta, por su estilo literario y la agudeza argumental del autor.
Si fuera este libro, me gustaría vivir unos días en la casa de la señora Sampson.
Sí, la verdad es que es muy entretenida y más leída en buena compañía :-) Veo que a todos nos pareció bastante divertida, la señora Sampson tiene mucha culpa de eso jejeje
ResponderEliminarEn breve más #lecturaprimavera :-)