Marzo de 1953, una mujer es atropellada en una carretera comarcal de la provincia de Salamanca. Pocas horas después, el camillero del hospital de la capital llama por teléfono a Aurora Blanco, una conocida reportera de sucesos de Madrid, para comunicarle que la víctima ya estaba herida antes de ser arrollada. Cuando la periodista llega al hospital, la mujer ha desaparecido. Así comienza una novela llena de intrigas y de crímenes que es también un retrato de la España turbia y gris de los años cincuenta, un país donde, según la propaganda de la época, nunca pasaba nada, y, cuando pasaba, las cloacas del Estado se ocupaban muy bien de ocultarlo. Conmovida e intrigada por las circunstancias que rodean el caso. Aurora Blanco tratará de hacer justicia a las víctimas y dar a conocer la verdad, aunque para ello tenga que poner en riesgo su vida y su trabajo.
Reseña
Esta historia de la que hoy voy a hablaros, es una obra llena de intrigas, ambientada en una España sometida al férreo control de las autoridades, tras la guerra civil.
Un retrato crudo pero fiel de la represión hacia los
medios de comunicación, donde la censura está a la orden del día en todos los
estamentos de la sociedad, y donde el miedo a las fuerzas de seguridad del estado es
continuo: cualquiera que se desvíe de las líneas de comportamiento establecidas, tanto
morales como sociales, puede caer en desgracia o peor…
Lo otro a señalar, es la protagonista, tal vez
demasiado moderna para la época, con una actitud algo liberal e independiente...
A partir de estos dos elementos Jambrina nos sumerge en una
narración detectivesca, vista desde el punto de una periodista de sucesos, algo
lanzada, y que se siente obligada a conocer la verdad y contarla.
El escritor también nos aporta unos personajes secundarios bien
descritos, que tienen su papel relevante, en los que recae principalmente el transmitir la
pobreza, el miedo e indudablemente el deseo de mejorar las cosas en una época
donde una palabra, un gesto, una opinión, eran ya de por sí motivo suficiente para
ser represaliado.
La narración nos sumerge en los
bajos fondos de una Salamanca descrita con maestría, oscura, triste, poco más
que una ciudad de provincias tras la guerra, donde el oportunismo de algunos, permite a otros campar a sus anchas.
Creo que el lector puede llegar a sentir cierta simpatía por
Aurora Blanco, identificándose con el personaje y convirtiéndose en un
periodista de esos folletines de sucesos, llamados periódicos para porteras,
que estaban llenos de truculentos crímenes, y que eran desahogo de cotilleos y dramas, deseando que se resuelva para bien el crimen con que comienza.
Un libro entretenido, con un
final previsible, pero en el cual éste no es lo importante, tal vez debamos, de
vez en cuando darnos cuenta, que es más interesante lo que se cuenta en la
narración que el cómo acaba esta.
Si yo fuera este libro, andaría con mucho cuidado donde metía las
narices, no fuera a acabar olvidado en un rincón oscuro en la biblioteca.
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