Nacida en el contexto de la gran eclosión que experimentó en Francia y en el siglo xix la egiptología, LA NOVELA DE LA MOMIA destaca como una de las primeras novelas inspiradas en el Antiguo Egipto.
El descubrimiento de una misteriosa tumba inviolada en el Valle de los Reyes es el suceso sobre el que THÉOPHILE GAUTIER (1811-1872) levanta la historia de una enigmática momia, que no es otra que bella Tahoser, hija del gran sacerdote Petamunoph.
Este sugerente relato de amor y misterio, fuente de una rica corriente que llega hasta nuestros días tanto en la narrativa como en el cine, combina una vívida descripción del Egipto faraónico con la recreación imaginaria de los acontecimientos que precedieron a la huida del pueblo judío hacia la Tierra Prometida.
Reseña
Os traigo, una reseña para el
reto Halloween junto al fuego, que nos propone Atalanta anualmente desde su
blog.
Reto que consiste en un libro de
tintes terroríficos, que hubiese sido llevado al cine, por lo que me incline
por esta novela escrita en 1858, y conocido también como ‘el romance de la
novia’ fue escrita por Theophile Gautier, un escritor precursor del movimiento
parnasiano un movimiento postromántico de la segunda mitad del siglo XIX, y
cuyo objetivo, es luchar contra el romanticismo de Victor Hugo y otros autores
de la época, buscando el alejarse del realismo literario.
Promulgaban distanciar los
propios sentimientos de la novela y argumentos que tuvieran que ver con el
arte, temas sugerentes y bellos, exóticos y con una marcada preferencia por la
antigüedad clásica, sobre todo griega y del lejano oriente.
Los defensores del parnasianismo,
son muy cuidadosos con la forma, puesto que continente y contenido de la
narración deben marchar conjuntas, defiende la belleza e incluso llega en
ocasiones a la pedantería. Otras características a destacar seria: el pesimismo, el
desprecio por la emoción poética y la búsqueda de la impersonalidad, el distanciamiento
y el rechazo del yo, que evitan en sus obras.
Podríamos considerar esta obra,
como parte fundamental de la literatura gótica, y muchas versiones
cinematográficas se basan en este relato, con mayor o menor éxito.
Esta novela corta, nace en una
época en la que se respiraba una ‘locura’ por todos los temas relacionados con
la egiptología y el mundo oriental, ya que la arqueología, y sobre todo el
descubrimiento de la piedra roseta y su traducción, eran un tema en boga en
todas las fiestas y ‘soires’.
Volviendo a la novela, podemos
decir que la descripción de lo exótico, extremadamente detallista y usando la
tercera persona en su mayor parte, llega a ser asfixiante.
Este libro es un clásico, dentro
del género de terror, pero, sin embargo, la momia, ese monstruo, no es el
favorito de las masas, tiene contrincantes más atrayentes: Frankenstein y su trasfondo
humano y su búsqueda del espíritu humano; Drácula, el inmortal que busca su
amor perdido, viviendo siempre en la oscuridad, Licantropos maldecidos e
incluso los muertos vivientes, esos zombis hambrientos de cerebros y que hacen
subir la adrenalina a millones de espectadores últimamente.
La momia es un disfraz fácil de
hacer y tal vez por ellos todos hemos usado rollos de papel o vendas para
disfrazarnos, pero no es un ser que nos persigue, con sed de sangre, solo es alguien
fuerte, con un halo misterioso, que nos aparta a un lado, si nos interponemos
en su camino, un objetivo sencillo: poder reunirse con su amada, renacida miles
de años después, para decirle algo especial.
Este libro está lleno de largas
descripciones obsesivamente detalladas (si pudiera, contaría hasta cuantos
hilos tienen las cortinas de palacio y de qué color son las plumas de cada
pájaro), es un relato de amores no correspondidos, y si nos fijamos es una
especie de serial televisivo, que aparte de utilizar metaliteratura para transportarnos
de tiempo (desde finales del XIX, hasta la época de las plagas de Egipto), no
aporta ningún misterio, no da miedo, no hay magia, ni casas encantadas (ni
siquiera pirámides laberínticas), solo sentimientos, amor, celos, ambición,
deseo…
El argumento es fácil de seguir,
los personajes son simples, totalmente estereotipados y descritos tal como nos
los veríamos en su época.
Se nota la influencia de la
época, la mitomanía sobre los faraones, los grandes descubrimientos de la
época, ayudaron a ello y las imprecisiones históricas a causa de un movimiento
romántico que idealizaba y fantaseaba con las relaciones humanas son patentes. Tal vez ese
sea el mayor problema al leerlo, nosotros como lectores, estamos acostumbrados
a otro tipo de descripciones, a otro ritmo e incluso a otro estilo literario.
El final del libro abrupto y la
moraleja si la hubiera es completamente fuera de toda lógica moderna. Es un
libro para recordar que hay muchos estilos y formas de narrar una historia.
Si yo fuera este libro, me buscaría un buen embalsamador, que me
permitiera durar tanto como este clásico.