jueves, 13 de agosto de 2020

El caso Lerouge de Émile Gaboriau

Sinopsis
Una de las mejores novelas de Gaboriau. El autor pinta con mano maestra un caso policial, interesando desde el primer capitulo con lo terrorífico del drama, la sutileza y la penetración de los protagonistas. Una de las primeras novelas policíacas alguna vez escrita.

Los vecinos de La Jonchère llevan al menos dos días sin ver a la viuda Lerouge. Por ello, cinco conocidas de ella deciden acudir a la comisaría de Bougival a denunciar su desaparición ya que sospechan que le haya ocurrido algo. Policías y señoras acuden a la apartada casa de la viuda, llaman pero nadie abre. Fuerzan la puerta. Y efectivamente, el cadáver de la señora Lerouge yace tumbado en el suelo del salón con signos de violencia. Muebles forzados y con su contenido revuelto, desorden en el dormitorio, y cenizas que evidencian que un fuego ha estado a punto de consumir el cuerpo y la vivienda de la pobre mujer.

Reseña
De vez en cuando me encuentro en un dilema profundo: qué leer.
Supongo que todos nos enfrentamos con este conflicto en alguna ocasión, y es que después de tomar con ganas un género, o nos cansamos o necesitamos un pequeño cambio.
Así que me puse a indagar y me di cuenta de que había leído pocas novelas policíacas en lo que podríamos denominar sus inicios.

Por el momento e incluso antes de comenzar, ya me surgió una duda.

Doyle creo al detective más famoso, aunque el que sentó las bases sobre este tipo de tramas fue Poe en 1841... pero saliendo de estos dos ¿quiénes fueron los primeros escritores del género?

La verdad es que siempre he pensado que La piedra Lunar (1868) de Wilkie Collins o El caso Lerouge (1866) de Émile Gaboriau se disputaban este privilegio, aunque actualmente se considera El misterio de Notting Hill (1862) de Charles Warren Adams como la que tiene esa consideración, aunque tuvo menos éxito que las anteriores.

También habría que señalar en este punto que, según algunos expertos, la precursora del género policíaco es Un asunto tenebroso (1841) de Honoré de Balzac, e incluso, una obra de Charles Dickens que lleva el título de La casa lúgubre o La casa desolada, según traducciones, y que se considera anterior a todas las citadas, aunque fuese publicada en 1852.

Al final, tras recabar tanta información, me decanté por leer a Émile Gaboriau, periodista y escritor francés, creador de Monsieur Lecoq, un policía lleno de recursos para el que se basó en una figura histórica de gran calado en la época, nada más ni nada menos que Vidocq, el ladrón, espía y policía entre otras muchas facetas, más famoso de París. Gaboriau es un autor muy poco conocido fuera de su país de origen, en el que desde luego lo consideran como el primer escritor de novela policiaca.

Y puestos a ello empecé por la primera de las novelas que protagoniza: El caso Lerouge.

Esta novela está narrada al estilo de la época, es decir a modo de folletín, aunque he tenido la suerte de leer una versión en la que la editorial ha tenido el placer de realizar una homogenización en la trama, eliminando algunos párrafos superfluos.

Hay que tener en cuenta que las novelas por partes, incluían bastantes párrafos a modo de recordatorio, para ayudar al lector recordando que había sucedido anteriormente.

Por otro lado, otra de las características es que se pagaba por palabras al escritor, luego no es extraño esa triquiñuela para alargar y posponer el desenlace.
Sin embargo, muchos escritores llenaban líneas enteras mediante el uso de adjetivos. Un ejemplo:

'El ayudante de Gévrol era, por aquel tiempo, un antiguo convicto reconciliado con las leyes, hábil en su oficio. Fino como el ámbar y celoso de su jefe, a quien consideraba mediocre. Se llamaba Lecoq'

Creo que la muestra que he elegido es suficiente para demostrar que el bien hacer de un escritor de folletines consistía en escribir mucho, pero sin que el lector se cansase ni se aburriese, porque otra de las características de este género era la de mantener al lector enganchado, por lo que los giros, los misterios, y sobre todo el drama, se debían producir en cada uno de los capítulos de la novela.

Entrando de nuevo en materia, si bien la novela por su forma narrativa, con un cronista omnisciente, y por su prosa arcaica (algunas de las frases son realmente rimbombantes), puede parecernos aburrida, yo diría que es todo lo contrario. Logra mantenernos sentados, o tumbados según donde leamos, y enganchados como si estuviéramos viendo la telenovela de turno, necesitamos ir avanzando por cada uno de los dieciocho capítulos.

Todos los personajes están cuidadosamente descritos y realizan su labor a la perfección, no así los escenarios que pasan a un segundo plano, porque lo importante son las pasiones más intensas, las que nos atrapan: engaños, amores, celos, envidias y sobre todo, el orgullo y el honor de los caballeros, y en ello el escritor es un maestro.

Este es un libro en el que hay que hacer un pequeño esfuerzo para poder imaginarnos la Francia de finales del s. XIX, con sus carruajes y sus caballeros engalanados de bastón y chistera, con sus damas con miriñaque y 'carabina', sin embargo, la novela en sí no defrauda y consigue su objetivo: hacer que el lector intente averiguar por su cuenta cuál será el nuevo giro.

Para terminar os dejo una pequeña pista sobre el protagonista en la frase final de esta reseña...

Si yo fuera este libro buscaría sin descanso donde aparece Monsieur Lecoq.

3 comentarios:

  1. Pues la verdad es que has conseguido interesarme, me lo apunto. Aparte de la lección de historia sobre la novela policíaca que nos acabas de dar y que me ha encantado...
    Un besazo

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  2. Hola Nitocris.
    Me alegra saber que te ha gustado la reseña.
    A mí me hace gracia que todos se disputen el ser los primeros en hacer novela policíaca. Actualmente estoy leyendo otro que también dicen que es el primero de detectives anterior a 'la piedra lunar' de Wilkie Collins, se titula: 'El misterio de Notting Hill', que se le adelantó cinco años. ;)

    Un abrazo.

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    1. Pues nada esperaré con ansia tu reseña para ver si me picas, jeje...

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